¡Buenas tardes, Devoradores!
Tal y como comenté en la primera entrada del año, uno de los pocos retos que me había propuesto para 2022 es leerme Las pruebas de Apolo, de ahí que estemos ya con la segunda entrega. Me ha gustado poder seguir al fin esta historia, ya que el mundo de Percy Jackson me tiene enamorado. ¡Vamos allá!
Título: La profecía oscura
Título original: The Dark Prophecy
Saga: Las pruebas de Apolo #2
Autor: Rick Riordan
Editorial: Montena
Traducción: Ignacio Gómez Calvo
Género: Aventuras / Fantasía
Páginas: 384
Encuadernación: Tapa dura
ISBN: 978-84-90438-37-4
Todo el mundo sabe que no hay que meterse con Zeus, pero su hijo Apolo consigue sacarle de sus casillas. Para castigarle, el Dios del trueno decide mandarlo a la tierra bajo la apariencia de Lester, un adolescente granujiento y sin poderes, claro.
Ahora el único modo que tiene Apolo de regresar al monte Olimpo es devolviendo la luz a las profecías de los oráculos que se han oscurecido. Pero ¿qué puede hacer Apolo sin sus poderes? Tras superar una serie de pruebas peligrosísimas (y para qué engañarse, bastante humillantes) en el Campamento Mestizo, se embarcará en un viaje a través de Estados Unidos para conseguir localizar a todos los oráculos. Por suerte, todo lo que ha perdido en poderes lo ha ganado en amistades... así que no va a tener que hacerlo todo solo.
OPINIÓN PERSONAL
"No se me ocurría por qué a un triunvirato malvado de antiguos emperadores romanos podía interesarle un sitio así. Ni me imaginaba por qué enviarían allí a Meg McCaffrey para capturarme. Sin embargo, mis visiones habían sido claras. Había visto el contorno de esa ciudad. Había oído a mi antiguo enemigo Nerón dar órdenes a Meg: «Ve al oeste. Atrapa a Apolo antes de que encuentre el siguiente Oráculo. Si no puedes traérmelo vivo, mátalo.»"
De acuerdo, retomemos la historia. Tras lograr salvar el Campamento Mestizo, la Arboleda de Dodona y ser traicionado por Meg, Apolo ha de seguir la profecía que ha recibido y viajar a Indianápolis, donde es posible que le espere uno de los Emperadores y otro Oráculo.
A pesar de no contar con su compañera, no viaja solo. Leo Valdez y Calipso serán sus nuevos acompañantes, aunque ninguno le toma muy en serio. Un semidios, un ex dios y una ex hechicera no son el mejor equipo, por lo que su llegada a Indiana no es sencilla.
Salvados por Josephine y Emmie, dos antiguas cazadoras de Artemisa, los tres compañeros tendrán que descubrir la manera de adentrarse en el nuevo Oráculo que los espera, detener al Nueva Hércules y rescatar a los rehenes, cuyas vidas serán sesgadas durante el festival sangriento que se avecina.
"—En el palacio encontrarás el Trono de la Memoria. Si no puedes recuperarlo, el viaje a la Cueva de Trofonio acabará contigo. Nunca salvarás los otros oráculos. Nunca volverás al monte Olimpo.
Me volví hacia Leo.
—Soy nuevo en esto de las misiones heroicas, pero ¿no debería haber una recompensa al final? ¿Y no más misiones mortales?
—No —respondió Leo—. Siempre es así."
Y esa es más o menos la trama. Apolo, o Lester Papadopoulos, ha conseguido detener los planes de Nerón de destruir el Campamento Mestizo y la Arboleda de Dodona, uno de los Oráculos más antiguos y de los pocos aún activos. Sin embargo, es traicionado por Meg, que resulta ser la hijastra de Nerón. Muy a su pesar, no puede ir a buscarla, sino que ha de dirigirse hacia el oeste, donde le espera el Oráculo de Trofonio y su siniestro proceso de otorgar profecías.
Aunque no viaja solo, sus acompañantes no parecen dispuestos a respetar su antigua condición divina. Calipso, la antigua hechicera inmortal, le insulta constantemente y Leo Valdez, el hijo de Hefesto, se toma la misión como una aventura más. Gracias a Festo, su dragón metálico, consiguen llegar a Indianápolis sin matarse entre ellos, pero la bienvenida no es muy agradable.
Salvados de una horda de blemias por Emmie, una antigua cazadora de Artemisa y ex inmortal de Apolo, y Jo, una hija de Hécate y también antigua cazadora, los tres viajeros se acomodan en Estación de Paso, una edificación mágica en la que ambas mujeres viven con su hija adoptiva y otras personas. Sin embargo, solo ellas siguen allí, ya que el resto ha sido secuestrado por el emperador de Indianápolis, antaño conocido como el Nuevo Hércules.
Aunque Apolo quiere ir directamente al Oráculo y descubrir qué hacer a continuación, deberá ayudar a los demás antes de pedir apoyo. De esa manera, comienza un tira y afloja constante entre ambos bandos, en el que la traición y las nuevas alianzas serán decisivas para tener alguna probabilidad de sobrevivir.
Una cosa que me ha sorprendido de esta historia es que Apolo, que al final del primer libro parecía haber desarrollado cierta modestia, vuelve a ser el pedante de siempre. Es egocéntrico, soberbio, no acepta sus culpas y cree que todos le deben algo. Sin embargo, vemos pequeños matices de su actual mortalidad y cómo empieza a apreciar la importancia de los demás y no solo la suya.
Me ha hecho ilusión retomar la presencia de Leo y de Calipso, personajes importantes de la saga anterior. También descubrimos más cosas sobre el pasado de Meg y cómo terminó en las garras de Nerón, que no duda en torturarla psicológicamente para mantener su control sobre la niña.
El final del libro deja muchísimas incógnitas, pero aun así tiene un cierre bastante satisfactorio y bien hilado. La relación entre los tres compañeros evoluciona mucho a lo largo del libro, así como entre Meg y Apolo cuando finalmente se reúnen de nuevo. De nuevo encontramos muchísimas referencias a la mitología, así como a temas actuales (Apolo conoce a todos los famosos del mundo del cine y la música… O eso dice).
En resumen, es un segundo libro que sabe mantener el ritmo del primero. Nos encontramos con un elenco protagonista “nuevo”, aunque con Apolo aún como narrador. El final deja con ganas de más, así como pistas sobre por dónde se encaminará la trama del siguiente. Prometo leerlo muy pronto. ¡Nos vemos!
Lo mejor: El avance de la trama.
Lo peor: El comportamiento inicial de Apolo.
"—Sí —dijo Meg—. Eres tonto.
Lit siseó molesto. Yo comprendía el efecto que Meg producía en la gente. Aun así, mi corazón tocaba un perfecto do central de felicidad. ¡Mi joven protectora había vuelto! (Sí, sí, técnicamente era mi ama, pero no nos vayamos por las ramas)."
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